sábado, 15 de noviembre de 2008

aquí, ahora

a última hora podré recordar la mueca genuina de mis amigos, riendo. con calma, sin esperanzas, pero riendo con la maldad del alma.
y la vieja música de siempre sonando como despedida.
he visto marchar a miles de hombres durante cierto lapso de la historia; los envidié, hijos de putas ellos creían en algo.
yo creí en mis amigos. en esos tipo sencillos que juegan su juego como más les gusta. en la canción que me cantaron a primera hora cuando el viento soplaba gélido desde el lado flaco.
fuera del rebaño, nunca ovejas, la soledad menguada por la palabra concreta, entera, llena de significado.
me llorarán al fin?
no vale la pena.
hemos sobredimencionado todo: estimando que la sobriedad era un signo de dominación. mis amigos, todo éste tiempo.
mañana o pasado habrá una vuelta de hoja y allí alguno escribirá sobre aquellas aventuras que nunca fueron tales, pero que estimamos como a una buena lectura.
y es hora de decirlo, sin que suene a despedida, no hemos estado solos.
para cerrar los ojos eso es suficiente.
gracias.
gracias.

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