enteros; sobre el mundo nihilizado.
sin más. nuestra generación barrida por la peste. soñando sueños agenos.
en la intrincada trama del existencialismo romántico, somos lo que somos, aún dando vuelta la hoja.
atrás hay cosas inexorablemente irrecuperables.
los colores sólo describen una forma de estar: en el vacío experimentamos la extrañeza de estar con vida. algo que socialmente, tal vez nos es vedado, pero que a simple vista es absolutamente natural.
la pregunta es si cometeremos el mismo error y dejaremos cosas por hacer...
alguna vez estuvimos seguros del que el cuento no debería terminar así.
los impulsos no son nuestros. apenas reflejos de algo completo que otros intentan nombrar como moral.
en ciertos momentos nos queda la memoria. allí hubo lapsos de razón que tildamos de felicidad. pero eso no es todo. digo, no lo es la felicidad, la formula mágica del amor; en esos ecos nos queda la voz del pasado que es, indudablemente, voz de presente, no como cuestión reproductiva, sino como instancia potencial de lo que es.
las quejas son pasajeras y nada duele demasiado.
es cierto, quizá no hay esperanza, peor poco importa, porque, sabemos, no estamos solos...
para hernán en sus momentos difíciles
