martes, 16 de septiembre de 2008

buenas viejas cosas

para alberto
un toque, sutil, suave, demasiado calmo.
se abre el círculo: tal vez fluye el mundo, no éste, aquel que une fragmentos de recuerdos dilapidados por el ronquido enloquecedor del tiempo.
las palabras no nombran a la muerte, la retratan en un festín narcisista de fin de página en el diario de mañana.
no pensamos en el futuro, es lo que podíamos escuchar de parte de aquellos que no ponían el disco, sólo por el placer de hacerlo.
el viaje: sin intrigas, intenso.
y los ojos cerrados, los oídos prestos. el primer acorde con la primer pitada. el abrazo que no fue.
es difícil escribir para los muertos, verdad richard...

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