existe, para toni negri, "una transformación del concepto de trabajo, en la percepción de que el trabajo es, sobre todo, actividad social. esto significa que el concepto de trabajo se separa del concepto de industria..." ( cuadernos de pensamiento crítico latinoamericano, en le monde diplomatique, enero 2009).
desde esta perspectiva (por cierto subjetiva, abstracta y teórica y no por ello menos importante) podríamos abrirnos paso para re-pensar la praxis sindical en la esfera local.
el principal traspié práctico está dado por la verticalidad del eje sindical, supeditado al andamiaje estructural de la ortodoxia peronista; ecuación reduccionista: sin peronismo no hay sindicalismo, al menos desde el 45' hasta hoy.
sin embargo en el mundo existen distintas (y dispares) experiencias que observan la acción sindical en línea con la actividad social del trabajo.
para la directora ejecutiva del programa trabajo y vida laboral de la facultad de derecho de harvard, elaine bernad, "el sindicalismo adopta formas muy distintas según los países. no hay un modelo correcto y único de sindicato". lo que hay son marcas de acciones que constituyen la historia de una "lucha", viciada por el habitus de los actores.
para ejemplo es suficiente con ver las acciones de la cta impresas con un carácter progresista , pero desalineadas al partir del mismo núcleo que la conducción de la cgt. las experiencias no son comunicadas como experiencias, representativas e identificatorias para los trabajadores, sino como logros institucionales que se destacan en la batalla por la caja chica y el grosor de números de afiliados. todo hecho progresista queda constreñido a la nomenclatura tradicional de formatos conocidos.
asegura bernad que la "estrategia sindical es como una partida de ajedrez: no se juega en solitario. cada movimiento provoca una respuesta del contrincante. lo que ha funcionado en el pasado no tiene necesariamente que funcionar en el futuro. es necesario tener en cuenta la evolución del juego".
en la medida que la experiencia sea colectivizada y significada, con una fáctica representación del significante, emergerán nuevos jugadores con el capital político necesario para comprender la importancia de nuevas estrategias.
continúa bernad, "un sindicato puede tener muchos miembros, pero si no están organizados - si no cuentan con objetivos, ni intentan definir su estrategia- no tendrá mucha influencia. el hecho de que alguien esté afiliado a un sindicato y pague sus cuotas no implica que se perciba a sí mismo como uno de los motores de la organización". agreguemos que el objetivo sindical debe estar marcado por lo socio-político que en defenitiva, será lo que defina a la estrategia.
es cierto que en el marco contextual de hoy el trabajador se siente impotente, sobre todo porque las condiciones imperantes del sistema han gobernado su subjetividad; gobernabilidad que escindió ontológicamente al ser del trabajo del ser social.
" los sindicatos pasan mucho tiempo apagando incendios. y creo que necesitan dedicar la misma cantidad de tiempo en provocarlos, a inspirar a la gente. con frecuencia los sindicatos sólo se reunen para hablar sobre lo que está mal ¿por qué no reunirse para hablar sobre lo que funciona, sobre lo positivo, sobre como capitalizar los avances? ¿cómo podemos los sindicatos desempeñar un rol positivo además de cambiar y frenar lo negativo?" , se pregunta, finalmente bernard.
no es menos cierto que el sindicalismo argentino está algo alejado de estas propuestas y que aun se mueve por cañerías vetustas, sin lograr promover la autonomía del trabajador, sin hacer de la experiencia sindical una experiencia colectiva.
hay nuevos espacios que lentamente deben ser ocupados por aquellos que se enmarcan en una nueva óptica conceptual y de acción. es un movimiento dificultoso pero no imposible...
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