hemos vivido 25 años pagando el precio de la culpa que genera la idea de libertad. libertad abstracta en su totalidad.
en la progresía intelectual hemos suprimido el confesionario cristiano a favor del encierro psicoanalítico. aun así no hemos dejado de confesar.
tuvieron que hacerlo las víctimas de la dictadura, y en 25 años nos educaron para hacerlo en otro contexto de tortura.
seguramente la idea democrática, aun en su imperfección funcional, es mucho mejor. pero no deja de ser un estado ficcional de la libertad social.
los significantes de la recuperación democrática se esgrimen en las imágenes (débiles) de las entidades sin representación real de poder.
alfonsín llegó al 83' sin persecución y con olvido. fue parte sustancial de la civilidad que en marzo del 76' clamó por una salida totalitaria, dejando caer a un gobierno malo, pero constitucional. por cierto que era difícil imaginar a radicales y peronistas unidos y armados, al estilo chileno, para defender la democracia.
lo patético resulta de la felicidad en la conformidad. donde miles de progres clase media se sienten bien y cómodos dentro de un sistema que fomenta las libertades individuales en detrimento de la subjetividad colectiva. la identidad se suprime perversamente de maneras distintas y que a simple vista resultan menos violentas.
claro que todo es maravilloso mientras no les metan la mano en el bolsillo.
la corrección política (la culpa) no nos permite criticar la democracia como sistema; de inmediato quien lo haga será (hipocritamente, claro) tildado de cualquier cosa.
después de 25 años la pregunta tendría que ser: ¿qué tipo de democracia consive una sociedad reaccionaria y esquizofrénica?
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